El Bienparado común es una especie extraordinaria, que por su extraño comportamiento, apariencia y vocalizaciones fantasmagóricas está asociado a muchas leyendas.
Está ampliamente distribuido en la zona sur de Centroamérica y centro-norte de Sudamérica, donde habita las zonas bajas, llegando a veces hasta los 2200 metros.
Su extraña apariencia le permite pasar desapercibido al pararse en las ramas de los árboles donde asemeja a una rama rota o un pedazo de corteza. Allí pasa inmóvil el día, pero al atardecer, como si fuera una gárgola, toma vida con la oscuridad.
Despliega sus alas desperezándose e inicia su jornada de cacería; con sus grandes y sensibles ojos detecta con la escasa luz a los insectos como escarabajos, polillas, mantis y otros que comprenden su alimento y que pasan volando por el lugar. Entonces vuela hacia ellos y los captura en el aire con su gran boca en forma de red o embudo; entonces vuelve a perchar en la misma rama de la que ha salido y allí espera a otro insecto incauto al cual capturar.
Algunas noches, además de cazar también se dedica a vocalizar, entonces se puede escuchar una serie de tres a cinco notas lastimeras y lúgubres que más de una vez han hecho pensar a los que lo escuchan y no lo conocen que se trata de algún espanto.
Es una especie más bien sedentaria, que habita por largo tiempo los mismos lugares si no es molestado o su hábitat destruido. Aunque no es una especie rara, por su mimetismo, hábitos nocturnos, porque no vocaliza todas las noches y, al parecer, porque en algunos lugares sus vocalizaciones son más esporádicas, da la impresión de ser menos frecuente de lo que realmente es.
Pone un solo huevo directamente en las depresiones de las ramas o en los tocones de ramas rotas. En nuestra región, debido a que rara vez se dejan los árboles muertos en pie o a que se talan antes de alcanzar una edad en la que inicien a perder sus ramas, se ha hecho para ellos muy difícil encontrar árboles con estas características, por lo que no es raro verlos aprovechando las depresiones en la parte superior de los postes de guadua en los cercos.
Este sitio, por la poca altura que tiene no es el ideal para llevar a cabo el empolle del huevo y cría del polluelo, por lo que en muchos casos el proceso no llega a feliz término.
Esta es una razón más para respetar nuestros bosques, incluyendo los árboles muertos que mientras están en pie e incluso, una vez que de forma natural caen al suelo, siguen prestando importantes servicios a estas y otras especies del ecosistema.